Familias y especialistas reclaman educación sexual y afectiva desde la infancia con el fin de acompañar a las niñas y niños en la construcción de identidades y sexualidades sanas y libres de violencias

La escena pasó tal que así. Una madrugada, Anna, de 7 años, había trepado por la cama de sus padres. Ya por la mañana, cuando madre e hija se desperezaban en ese clima de tibia y apacible pereza, la niña se puso rígida. Y como si de pronto una ola oscura le hubiera anegado los pensamientos, soltó a quemarropa: «Mama, yo no quiero que me violen». ¿Que no quieres qué?, se despertó de golpe la madre. «Que me violen», repitió la niña, sollozando. ¿Me puedes explicar tranquilamente qué quieres decir?, le pidió la mujer. Y entonces Anna le contó que un compañero había llegado un día a clase hablando de violaciones. Y que por lo que ella había llegado a entender –y lo había hecho de forma bastante ajustada– no quería que aquello le pasara jamás.
Continua…